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26 Junio 2018
Comunicados de prensa

El catedrático Aníbal Ollero afirma que “en el futuro tendremos drones parecidos a pájaros que podrán posarse en la mano de una persona”

El catedrático de robótica de la Universidad de Sevilla, Aníbal Ollero, dirigirá hasta el próximo 28 de junio en la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA) el Curso de Verano ‘El futuro de los drones: robótica aérea’ donde se analiza el estado actual y las tendencias futuras de los sistemas aéreos no tripulados. Ollero, toda una institución de la robótica, afirma que quieren transformar el futuro de los drones y pensar que, en vez de los clásicos multirotores que hay ahora, van a crear algo más parecido a pájaros. “Van a moverse aleteando, van a poder planear y van a poderse posar en la mano de una persona”, aseguró.

El profesor de la Universidad de Sevilla explica que las aplicaciones de los drones se han incrementado mucho en los últimos años: “van desde tareas que requieren vuelos, extensiones mayores y larga duración, a otras como por ejemplo la inspección en distancias más cortas, tomando medidas e incluso inspecciones que requieren un contacto, pero en distancias más pequeñas y vuelos en interiores” que añade que “el espectro de utilidades es enorme, desde la inspección hasta el transporte o paquetería”.

Además de los múltiples usos, hay dos ventajas fundamentales. “La primera es la seguridad para las personas, realizar trabajos que, cuando lo hace un individuo, involucra un riesgo, como realizar una medida a decenas de metros de altura”. El uso de estos drones hace que sean tareas “más seguras”, garantiza el experto. Otro beneficio es el coste, hacerlo sin emplear drones conlleva unos gastos ya que hay que emplear infraestructuras como andamios, o bien el empleo de aeronaves tripuladas que también pueden suponer un riesgo para los individuos. “La seguridad para las personas es fundamental”, asegura.

Normativa respecto a los drones

La normativa que regula los drones fue actualizada recientemente y pretende mantener y garantizar la seguridad. “Siempre tiene que haber un compromiso entre prestar unos servicios nuevos que no se estaban haciendo de la misma manera que ahora, y la seguridad”, cuenta Ollero. Cuando se habla de volar en zonas donde se pueda ocasionar más daño, como zonas pobladas, “es natural que se extremen las garantías para que no se produzcan accidentes”. En ese sentido las aplicaciones comportan medidas de precaución distintas a las tomadas en zonas donde no existen poblaciones o la densidad es menor.

Por otra parte, también comentó que una amplia gama de drones “requieren un análisis de riesgo más detallado” para ver si pueden aplicarse o no y después, otros que necesitaran una “certificación similar a la de las aeronaves tripuladas”. En esa última gama los costes serán muchos más elevados. El análisis de riesgo involucra el sitio donde está trabajando, las características del dron, las medidas de seguridad que se puedan tomar, así se podrán “permitir nuevas aplicaciones que hasta ahora no se están contemplando”.

Ollero explica que si analizando un espacio aéreo en el cual habrá aeronaves, tanto tripuladas como no tripuladas, es evidente que “en estos espacios tripulados deben establecerse unos estándares de seguridad también”, opina el catedrático, y que serán similares a los que actualmente se tienen en los espacios controlados. Por tanto, “es necesario que se estudie mejor la integración de las aeronaves no tripuladas en esos futuros sistemas de tráfico aéreo europeo”.

“Existirán sistemas que pueden detectar y evitar posibles obstáculos”

Hay que ver siempre dos casos: la aeronave tiene dispositivos que permitan anunciar a las otras su presencia y, por tanto, que se comunique igual que se hace actualmente con sistemas parecidos con los que se transmiten los parámetros del vuelo y la posición. “Existirán sistemas que pueden detectar y evitar posibles obstáculos”, subraya Ollero.

“Normalmente lo que vamos a tener son unas capacidades sensoriales que en general permitan detectar y esquivar obstáculos”, explica que se puede hacer “tanto con edificios o arboles volando a una cierta altura”. También es posible descubrir gente en vuelos en interiores de tal manera que estos sensores, volando a poca velocidad, es posible que vean a los individuos si se quiere volar en sitios donde puede haber una densidad.

La normativa viene estudiándose “a partir de los desarrollos tecnológicos que se han venido experimentando en los últimos decenios”, cuenta el experto. Es necesario tener en cuenta un análisis de riesgo que se hace viendo “las condiciones técnicas, el sitio en el que van a volar y el daño que van a causar”.

Los dos parámetros fundamentales que no tienen ahora los drones que deben tener en el futuro son: garantizar la seguridad y las colisiones que puedan producirse y que pueda mantenerse en vuelo en condiciones energéticas mejores que las de ahora, “que pueda volar más tiempo”, concluye.

 

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