El teatro del Mar de Punta Umbría vibró con el espectáculo de la UNIA
El programa “48 noches” continúo un lunes más sus actividades culturales programas por la Universidad Internacional de Andalucía, para los Cursos de Verano de 2010 de la Sede de La Rábida.
En esta ocasión los alumnos y profesores que durante esta semana están presentes en diferentes cursos en la sede rabideña pudieron disfrutar y vibrar, conjuntamente con todos los espectadores que se dieron cita en el Teatro del Mar de Punta Umbría de la obra “Dröppo”, de la mano de Juan Dolores Caballero.
Dröppo es la historia de cuatro emigrantes de cualquier ciudad que comparten espacio, frustraciones y sueños sin cumplir, afrontando cada situación con nuevas esperanzas y el humor característico de los que tienen nada que perder.
Esta obra que la realiza la compañía Teatro del Velador nace en Sevilla en la década de los noventa, y desde entonces ha hecho gala de un estilo y lenguaje propios que desafía los cánones clásicos a través de la locura y el exceso, todo ello sin olvidar sus orígenes y raíces andaluzas.
Esta agrupación teatral andaluza comenzó su andadura en los años noventa con voluntad de innovar en el ámbito contemporáneo y creando para ello lenguaje propio que expresara su desafío a los cánones clásicos de equilibrio a través de la locura, el exceso y lo inacabado. Todo ello sin ignorar la cultura de Andalucía, representada a través del ritmo, el cante, el compás y el sentimiento.
De todo ello se hace gala en Dröppo, una obra que recoge un día cualquiera en la vida de cuatro emigrantes de una ciudad cualquiera. Los deseos, esperanzas y frustraciones conviven en el escaso espacio con trastos inútiles y la necesidad de una rutina que dé forma a sus vidas. Porque cuando nada lo es todo, solo queda la risa.
Los cuatro habitantes de Droppo conviven en un caótico y sui generis orden doméstico que va atrapando al espectador minuto a minuto. En ésta casa, sus personajes, inmigrantes o apátridas de todo, se bandean entre miserias, deseos y frustraciones en una historia sin palabras en la que el humor es la tónica imperante. Con un ritmo excelente, el trabajo actoral despunta y brilla con momentos tremendamente divertidos. Llamativo es el talento de este reparto que igual canta que actúa o hace pantomima. Soltura, ingenio y talento en un montaje que llegará muy lejos y que sin duda será un precedente en la escena andaluza.
Emiten un sonido balcánico, a veces cantan. Las consonantes más guturales dominan la conversación, y hasta los silencios. Viven en una casa abigarrada donde el futuro no se vislumbra por ninguna de sus escasas ventanas y, sin embargo, son capaces de despertar las más tiernas sonrisas. Así son los cuatro personajes de Dröpö, la nueva propuesta escénica de Teatro del Velador, la compañía sevillana que lidera Juan Dolores Caballero.
¿Pero qué es Dröpö? Es el lugar, un país enclavado en cualquier punto de la obsoleta Europa del Este, de donde proceden estos hombres -y una sola mujer- de pasado incierto y aún más impreciso futuro; inmigrantes en una ciudad hostil cualquiera, sin apenas contacto con el mundo exterior que, naturalmente, hablan en dröpiano, su propia lengua. “Dröpö es una palabra inventada a partir de la cual se construye un lenguaje completo, donde los sonidos recuerdan a los idiomas del Este.
En este espectáculo, Teatro del Velador vuelve a apostar por la estética de lo feo y la marginalidad social que son ya marca de la casa. “Es una visión de una sociedad maltratada por el sistema, con unos seres apátridas y soñolientos que persiguen el sueño de una vida mejor y para ello se afanan en el aprendizaje del inglés”, dice el director, que aclara que el espectáculo será “un 90% en dröpiano y un 10% en inglés”.
No obstante, este cuadro de seres tullidos, deformes y un tanto grotescos -”aunque muy realistas”, matiza Juan Dolores Caballero- está “lleno de ternura”. “Huimos del personaje duro, que resulte antipático o que provoque la repulsión”.
Y así, a lo largo de 75 minutos que dura esta comedia gestual, los actores -Abel Mora, Manuel Solano, Rocío Borrallo y José Machado- no sólo desarrollan un ritmo vertiginoso de vocablos ininteligibles, muecas, carreras y mohines; sino que cantan, cocinan, juegan a las cartas…etc. Además la composición musical fue a cargo de Inmaculada Almendral