El director del curso Gestión del agua en el bajo Guadalquivir, de la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA), Jesús Vargas Molina, ha asegurado que "el dragado del Guadalquivir podría tener consecuencias muy graves, como el aumento de la turbidez y la salinidad del agua, efectos que también afectarían a la agricultura”.
“El dragado es una de las actuaciones que no se pueden hacer en el estado actual del estuario del Guadalquivir, no ya por la sentencia del Tribunal Supremo, que anulaba esta práctica, sino porque sectores como el del arroz se oponen a esta intervención por las repercusiones sobre el cultivo, comentó en la presentación a los medios de comunicación de este curso del Campus de la Cartuja de Sevilla.
La vicerrectora de Ordenación Académica de la UNIA, María Dolores Oliver, comentó que esta actividad se ha realizado en colaboración con la Universidad de Zaragoza y dentro del máster de gestión fluvial sostenible, incidiendo en que la parte práctica del postgrado se complementa con este curso de verano para realizar un trabajo de campo por el estuario del río Guadalquivir.
“El curso ha contado con varias sesiones de campo en la zona del estuario del Guadalquivir, un territorio que se ha ido transformando, a pesar del potencial y el interés que tiene desde el punto de vista de los usos del agua”, agregó Vargas, quien se refirió al proyecto del dragado del Guadalquivir, que ha motivado a que el río sea uno de los más estudiados por la comunidad científica en Europa. Según este estudio, elaborado y publicado en 2010, “el estuario del Guadalquivir está al borde de la muerte por su estado de deterioro, por lo que urge cuidarlo debido a las actividades humanas que han usado el agua sin coordinación alguna", denunció el director del seminario.
Por su parte, el exdirector de la Agencia Andaluza del Agua y ponente del curso, Joan Corominas, se ha apoyado en un informe de la sal, en el que se especifica que el río está desnaturalizado, por lo que "cualquier nueva actuación va a empeorar sus aguas". Ante esto, ha mencionado la directiva marco del agua de la Unión Europea, la cual dice que "no se puede empeorar el estado de ninguna masa de agua".
Corominas ha analizado la complejidad del territorio del bajo Guadalquivir y, desde su óptica, las actividades en torno al río se han ido intensificando con el paso del tiempo y han llevado a grandes transformaciones, unos cambios que "han creado disfunciones en su caudal, la calidad del agua y en la biodiversidad".
“El Guadalquivir está en un estado muy critico. No tratamos de mejorarlo, porque es imposible, pero si debemos tratar de no empeorarlo. Hemos desnaturalizado tanto el río, que ya no es un río. Es un enfermo terminal”, concluyó.
