Los sistemas alimentarios del siglo XXI tienen un doble desafío, producir alimentos suficientes para el planeta y hacerlo de manera sostenible. Si bien en los años 50 y 60, en Europa, la principal finalidad de la agricultura y la ganadería era maximizar la cosecha, poniendo el foco en la productividad, actualmente, las explotaciones, además ser suficientemente productivas, deben contemplar entre sus objetivos, el respecto al medio ambiente y al bienestar de las personas y de los animales. La producción ecológica, denominada orgánica en la mayoría de los países, con 32 años de andadura en Europa, constituye sin duda un modo de hacer agricultura y ganadería, alineado con esos objetivos, que busca incrementar la sostenibilidad del sistema agroalimentario y constituye una oportunidad para la lucha contra el cambio climático, entre otras cosas.
El Reglamento (UE) 2018/848 del Parlamento Europeo y del Consejo de 30 de mayo de 2018 sobre producción ecológica y etiquetado de los productos ecológicos y por el que se deroga el Reglamento (CE) nº 834/2007 del Consejo, es la base normativa en torno que la que se articula la producción ecológica u orgánica certificada en Europa. En la primera página del Reglamento se recoge la definición de producción ecológica: “La producción ecológica es un sistema general de gestión agrícola y producción de alimentos que combina las mejores prácticas en materia de medio ambiente y clima, un elevado nivel de biodiversidad, la conservación de los recursos naturales y la aplicación de normas exigentes sobre bienestar animal y sobre producción que responden a la demanda, expresada por un creciente número de consumidores, de productos obtenidos a partir de sustancias y procesos naturales”. Así pues, la producción ecológica, desde el enfoque agroecológico, desempeña un papel social doble aprovisionando, por un lado, un mercado específico que responde a una demanda de productos ecológicos por parte de los consumidores y, por otro, proporcionando al público bienes que contribuyen a la protección del medio ambiente, al bienestar animal y al desarrollo rural.
En 2021 el Parlamento Europeo presentó el llamado Plan de Acción para la Agricultura Ecológica, que incluye a la ganadería, con el objetivo de que, en 2030, el 25 % de las tierras agrarias estén certificadas bajo esta modalidad de manejo en la UE. El documento presentado recoge 23 acciones estructuradas en torno a tres ejes: impulsar el consumo, aumentar la producción y seguir mejorando la sostenibilidad del sector para "velar por su crecimiento equilibrado". Este plan de acción forma parte de la Estrategia “de la Granja a la Mesa”.
Y es que la agricultura y ganadería ecológicas vienen experimentando en Europa un crecimiento muy importante en los últimos años, empujado por la demanda de los consumidores de productos alimentarios libres de contaminación química y de calidad y el apoyo de las administraciones que pretenden fomentar métodos de cultivo y de producción animal respetuosos con el medio ambiente y el bienestar de los animales.
En España concretamente, la producción ecológica viene creciendo a fuerte ritmo desde finales de la década de los noventa, estando actualmente un 8% de la superficie agraria útil en ecológico (INE, 2022), aunque con importantes diferencias entre regiones, destacando Andalucía como la Comunidad Autónoma que aglutina una gran parte de la superficie y de la producción ecológica de este país (17% de la superficie agraria útil en ecológico, INE 2022). La agricultura y ganadería ecológicas han dejado de constituir un sector marginal e ideologizado, tanto desde el punto de vista de los productores como de los que consumen sus productos, para convertirse en un subsector pujante de la agricultura española, que tiene en los mercados exteriores su principal salida, pero que comienza a penetrar con fuerza en el mercado interior (Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, 2021).
Como se desprende del estudio prospectivo realizado por el Servicio Andaluz de Empleo (SAE) a través del Observatorio Argos, “Sistema de Prospección Permanente del Mercado de Trabajo de Andalucía”, los cultivos ecológicos se encuentran entre los veintidós sectores emergentes en Andalucía con mayor potencial para crear puestos de trabajo en la región. El informe señala que se trata de actividades que presentan una muy estrecha vinculación con el territorio en el que se realizan y aprovechan los recursos que este les ofrece, de ahí que estas actividades puedan tener tanto un carácter tradicional como innovador. Un ejemplo que se ve muy claro cuando se habla de agricultura ecológica, que se ha convertido en un sector en auge en treinta y siete de las cuarenta y cinco áreas andaluzas analizadas por el SAE, con presencia en todas las provincias.